Ya no soy una niña que desconocía de su ser, tampoco soy esa de firmes convicciones ni de grandes ilusiones. Ya no soy una ignorante de la tradición. Estoy atravesada por la religión, por la lengua y no puedo negar que soy hija de la transición de siglos.
No soy lo que querían que fuera, ni soy lo que me gustaría ser. Soy todo lo que odio.
Ya no soy sincera, y me guardo las cosas. El tiempo me ha cambiado, la gente me ha cambiado,
las circunstancias me han cambiado. Y lo peor es que he dejado que me cambien.
Ya no soy quien solía ser.
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